Mi hijo muerde ¿Qué puedo hacer?
La acción de pegar o morder puede convertirse en un problema si no se controla y evita. A los tres años de edad, los niños tienen mucho contacto con sus iguales y se espera que ellos sean capaces de hacer amigos y llevarse bien con ellos. Muchos niños comienzan a morder agresivamente entre la edad de uno a tres años. La acción de morder puede ser la manera de probar su poder para llamar la atención o simplemente una molestia en su dentición. Hay que conocer los motivos, primero, para poder controlarlos adecuadamente.
Cuando los niños empiezan a morder
En el inicio del curso escolar suele ser frecuente la conducta de morder en algunos niños. Esta conducta suele desaparecer cuando ellos superan el periodo de adaptación. Para un educador de una escuela infantil o guardería, una de las tareas más desagradables que tienen es la de explicar a los padres o a abuelos que el niño ha mordido o ha recibido un mordisco de otro compañero. En el primer caso, los padres suelen pensar en lo dulce que es su pequeño y creen que si su hijo se relaciona con otros niños en la escuela, puede que no sea beneficioso para él. En el segundo caso, los padres pueden pensar que la responsabilidad del suceso es de la educadora que no ha sabido controlar y evitar la situación.
Las preocupaciones en los dos casos, aunque no son correctas, son lógicas. ¿Por qué? Antes de acudir a la escuela infantil, el niño solo tiene contacto con otros niños en los encuentros entre amigos y familiares, y siempre bajo la atención de adultos. La verdadera relación social con iguales solo empieza cuando el niño empieza su escolarización. Acostumbrado a ser el centro de las atenciones en casa, el niño tendrá que aprender a compartir la atención, el espacio y los juguetes, en la escuela, y es lógico que en algunos casos llegue a desarrollar conductas más agresivas para competir con los demás niños por la atención y los juguetes.
Por qué muerden algunos niños
Los conflictos entre los niños empiezan cuando se dan cuenta de que en la escuela ya no son el centro de las atenciones. Al principio, es normal que los niños pequeños, especialmente a los de entre 1 y 2 años, empiecen a llorar para conseguir la atención de los educadores. Es la forma que tienen para pedirles algo. También es posible que empiecen a morder todo, sin la intención de hacer daño, para aliviar la tensión por la salida de algún diente. Y como se encuentran en la fase oral, es normal que empiecen a llevar todo a la boca. La boca está relacionada con las muestras de cariño. Ellos no se dan cuenta de que cuando muerden pueden hacer daño hasta que los educadores les hagan entender.
Algunos niños muerden porque se sienten infelices, ansiosos o celosos. Algunas veces esta acción puede ser resultado de una disciplina excesiva o severa o por haber estado expuesto a la violencia física. Los padres deben recordar que los niños que están echando dientes pueden morder también. La acción de morder es la razón más común por la cual son expulsados de los lugares de cuidado diurno.
Los niños dejan de morder cuando son corregidos y cuando empiezan a desarrollar el lenguaje para relacionarse, y así solucionar sus problemas de una forma adecuada. Si a los 3 años de edad, el niño sigue mordiendo a otros niños, debemos enseñarle a pensar en lo que ha hecho. Los niños deben aprender a pedir perdón.
Qué se debe hacer en el caso de un niño que muerde
– Inmediatamente díle ‘NO’, en un tono calmado pero firme y con desaprobación. NO hace falta gritos ni ofensas.
– Al bebé que comienza a caminar (1 a 2 años), apártalo de los demás niños. Así notará que su actitud no le agrada.
– Al niño pequeño (2 a 3 anos) díle: ‘Morder puede hacer mucho daño a las personas’.
– No muerdas al niño para mostrarle cómo se siente cuando lo muerden. Esto le enseñará a que tenga un comportamiento agresivo.
– Si el niño persiste en morder a otros, no le lleve a los brazos no juegues con él por espacio de 5 minutos después que él haya mordido. Así le enseñará que mordiendo no le llamará la atención.
– Si todo eso no funciona y el niño persiste con la actitud de morder a sus compañeros, los padres deben consultarlo con un psicólogo.